La Teología de la Liberación: Leonardo Boff y Frei Betto
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=48447
21-03-2007
Los cristianos
comprometidos socialmente son uno de los componentes más activos e
importantes del movimiento altermundista; particularmente, pero no sólo,
en América Latina y muy especialmente en Brasil, país que acogió las
primeras reuniones del Foro Social Mundial (FSM). Uno de los iniciadores
del Foro, Chico Whitaker, miembro de la "Comisión Justicia y Paz" de la
CNBB (Conferencia Nacional de los Obispos Brasileños), pertenece a esta
esfera de influencia, lo mismo que el sacerdote belga François Houtart,
amigo y profesor de Camilo Torres, promotor de la revista
Alternatives Sud, fundador del "Centro Tricontinental" (CETRI) y una de las figuras intelectuales más influyentes del Foro.
Podemos
fechar el nacimiento de esta corriente, que podríamos denominar como
"cristianismo de la liberación", a principios de los años 60, cuando la
Juventud Universitaria Cristiana brasileña (JUC), alimentada de cultura
católica francesa progresista (Emmanuel Mounier y la revista
Esprit, el padre Lebret y el movimiento "Economía y Humanismo", el
Karl Marx
del jesuita J.Y. Calvez), formula por primera vez, en nombre del
cristianismo, una propuesta radical de transformación social. Este
movimiento se extiende después a otros países del continente y
encuentra, a partir de los años 70, una expresión cultural, política y
espiritual en la "Teología de la Liberación".
Los dos
principales teólogos de la liberación brasileños, Leonardo Boff y Frei
Betto están, por tanto, entre los precursores e inspiradores del
altermundismo; con sus escritos y sus palabras participan activamente en
las movilizaciones del "movimiento de los movimientos" y en los
encuentros del Foro Social Mundial. Si su influencia es muy
significativa en Brasil, donde muchos militantes de los movimientos
sociales como sindicatos, MST (campesinos sin tierra) y movimientos de
mujeres, provienen de comunidades eclesiásticas de base (CEB) que se
reconocen en la Teología de la Liberación, sus escritos también son muy
conocidos entre los cristianos de otros países, tanto de América Latina
como del resto del mundo.
Si hubiera que resumir la idea central
de la Teología de la Liberación en una sola frase, sería "opción
preferente para los pobres".
¿Cuál es la novedad? ¿La Iglesia no
estuvo siempre caritativamente atenta al sufrimiento de los pobres? La
diferencia -capital- es que el cristianismo de la liberación ya no
considera a los pobres como simples objetos de ayuda, compasión o
caridad, sino como protagonistas de su propia historia, artífices de su
propia liberación. El papel de los cristianos comprometidos socialmente
es participar en la "larga marcha" de los pobres hacia la "tierra
prometida" -la libertad- contribuyendo a su organización y emancipación
sociales.
El concepto de "pobre" tiene obviamente un profundo
alcance religioso en el cristianismo, pero corresponde también a una
realidad social esencial en Brasil y América Latina: la existencia de
una inmensa masa de desposeídos, tanto en las ciudades como en el campo,
que no son todos proletarios o trabajadores. Algunos sindicalistas
cristianos latinoamericanos hablan de "pobretariado" para describir a
esta clase de desheredados que no sólo son víctimas de la explotación
sino, sobre todo, de la exclusión social pura y simple.
El
proceso de radicalización de las culturas católicas de Brasil y América
Latina que desembocó en la creación de la Teología de la Liberación no
va desde la cumbre de la Iglesia para irrigar su base ni de la base
popular hacia la cumbre (dos versiones que se encuentran a menudo en los
planteamientos de los sociólogos o historiadores del fenómeno), sino de
la periferia hacia el centro. Las categorías o sectores sociales del
ámbito religioso que serán el motor de la renovación son todos, de
alguna forma, marginales o periféricos con relación a la institución:
movimientos laicos de la Iglesia y sus capellanes, expertos laicos,
sacerdotes extranjeros, órdenes religiosas. En algunos casos el
movimiento alcanza el "centro" y consigue influir en las conferencias
episcopales (particularmente en Brasil), en otros casos se queda
bloqueado en los "márgenes" de la institución.
Aunque existen
divergencias significativas entre los teólogos de la liberación, en la
mayoría de sus escritos encontramos repetidos los temas fundamentales
que constituyen una salida radical de la doctrina tradicional y
establecida de las Iglesias católica y protestante:
- Una implacable acusación moral y social contra el capitalismo como sistema injusto e inicuo, como forma de pecado estructural.
- El
uso del instrumento marxista para comprender las causas de la pobreza,
las contradicciones del capitalismo y las formas de la lucha de clases.
- La opción preferente a favor de los pobres y la solidaridad con su lucha de emancipación social.
- El
desarrollo de comunidades cristianas de base entre los pobres como la
nueva forma de la Iglesia y como alternativa al modo de vida
individualista impuesto por el sistema capitalista.
- La
lucha contra la idolatría (y no el ateísmo) como enemigo principal de la
religión, es decir, contra los nuevos ídolos de la muerte adorados por
los nuevos faraones, los nuevos Césares y los nuevos Herodes: El
consumismo, la riqueza, el poder, la seguridad nacional, el estado, los
ejércitos; en pocas palabras, "la civilización cristiana occidental ".
Examinemos
más de cerca los escritos de Leonardo Boff y de Frei Betto, cuyas ideas
contribuyeron sin duda a la formación de la cultura político-religiosa
del componente cristiano del altermundismo.
El libro de Leonardo Boff -en la época miembro de la orden franciscana
- Jesus Cristo libertador, (Petropolis,
Vozes, 1971), puede considerarse como la primera obra de la Teología de
la Liberación en Brasil. Esencialmente se trata de una obra de exégesis
bíblica, pero uno de los capítulos, posiblemente el más innovador, que
se titula "Cristología desde América Latina", expresa el deseo de que la
Iglesia pueda "participar de manera crítica en el arranque global de
liberación que conoce hoy la sociedad sudamericana". Según Boff, la
hermenéutica bíblica de su libro está inspirada por la realidad
latinoamericana, lo que da como resultado "la primacía del elemento
antropológico sobre el eclesiástico, del utópico sobre el efectivo, del
crítico sobre el dogmático, del social sobre el personal y de la
ortopraxis sobre la ortodoxia"; aquí se anuncian algunos de los temas
fundamentales de la Teología de la Liberación [1].
Personaje
carismático, con una cultura y una creatividad enormes, al mismo tiempo
místico franciscano y combatiente social, Boff se convirtió enseguida en
el principal representante brasileño de esta nueva corriente teológica.
En su primer libro ya encontramos referencias al "Principio Esperanza"
de Ernst Bloch, pero progresivamente, en el curso de los años 70, los
conceptos y temas marxistas cada vez aparecen más en su obra hasta
convertirse en uno de los componentes fundamentales de su reflexión
sobre las causas de la pobreza y la práctica de la solidaridad con la
lucha de los pobres por su liberación.
Rechazando el argumento
conservador que pretende juzgar el marxismo por las prácticas históricas
del llamado "socialismo real", Boff constata no sin ironía que lo mismo
que el cristianismo no se identifica con los mecanismos de la Santa
Inquisición, el marxismo no tiene porqué equipararse a los "socialismos"
existentes, que "no representan una alternativa deseable a causa de su
tiranía burocrática y el ahogo de las libertades individuales". El ideal
socialista puede y debe tomar otras formas históricas [2]
En 1981 Leonardo Boff publica el libro
Igreja carisma e poder,
una vuelta de tuerca en la historia de la Teología de la Liberación:
por primera vez desde la Reforma protestante, un sacerdote católico pone
en entredicho, de manera directa, la autoridad jerárquica de la
Iglesia, su estilo de poder romano-imperial, su tradición de
intolerancia y dogmatismo –simbolizada durante varios siglos por la
Inquisición-, la represión de toda crítica venida de abajo y el rechazo
de la libertad de pensamiento. Denuncia también la pretensión de
infalibilidad la Iglesia y el poder personal excesivo de los papas, que
compara, no sin ironía, con el del secretario general del Partido
Comunista soviético.
Convocado por el Vaticano en 1984 para un
"coloquio" con la Santa Congregación para la Doctrina de la Fe (antes el
Santo Oficio), dirigida por el Cardenal Ratzinger, el teólogo brasileño
no agacha la cerviz, se niega a plegarse, permanece fiel a sus
convicciones y Roma le condena a un año de "silencio obsequioso";
finalmente, frente a la multiplicación de las protestas en Brasil y
otros lugares, se le redujo la sanción a varios meses. Diez años más
tarde, cansado del hostigamiento, las prohibiciones y las exclusiones de
Roma, Boff abandona la orden de los franciscanos y la Iglesia sin
abandonar, no obstante, su actividad de teólogo católico.
A
partir de los años 90 se interesa cada vez más por las cuestiones
ecológicas, que aborda a la vez con un espíritu de amor místico y
franciscano por la naturaleza y con una perspectiva de crítica radical
del sistema capitalista. Será el objeto del libro
Dignitas Terrae. Ecologia: grito da terra, grito dos pobres,
(S. Paulo, Atica, 1995) y escribe innumerables ensayos filosóficos,
éticos y teológicos que abordan esta problemática. Según Leonardo Boff,
el encuentro entre la Teología de la Liberación y la ecología es el
resultado de una constatación: "La misma lógica del sistema dominante de
acumulación y la organización social que conduce a la explotación de
los trabajadores, lleva también al pillaje de naciones enteras y
finalmente a la degradación de la naturaleza".
Por tanto, la
Teología de la Liberación aspira a una ruptura con la lógica de este
sistema, una ruptura radical que apunta a "liberar a los pobres, los
oprimidos y los excluidos, las víctimas de la voracidad de la
acumulación injustamente distribuida y liberar la Tierra, esta gran
víctima sacrificada por el pillaje sistemático de sus recursos, que pone
en riesgo el equilibrio físico, químico y biológico del planeta como un
todo". El paradigma opresión/liberación se aplica, pues, para ambas:
las clases dominadas y explotadas por un lado y la Tierra y sus especies
vivas por otro [3].
Amigo próximo de Leonardo Boff (publicaron
algunos libros juntos), Frei Betto es sin duda uno de los teólogos de la
liberación más importantes de Brasil y América Latina y uno de los
principales animadores de los CEB (movimientos cristianos de base).
Dirigente nacional de la Juventud estudiante cristiana (JEC) a
principios de los años 60, Carlos Alberto Libânio Christo (su verdadero
nombre) comenzó su educación espiritual y política con Santiago
Maritain, Emmanuel Mounier, el padre Lebret y el gran intelectual
católico brasileño Alceu Amoroso Lima, pero, durante su actividad
militante en el movimiento en que estudiaba, la Unión Nacional de los
Estudiantes (UNO), descubrió
El Manifiesto Comunista y
La Ideología Alemana.
Cuando entró como novicio en la orden de los dominicos en 1965, en
aquella época uno de los principales focos de elaboración de una
interpretación liberacionista del cristianismo, ya había tomado
firmemente la resolución de consagrarse a la lucha de la revolución
brasileña [4].
Impresionado por la pobreza del pueblo y por la
dictadura militar establecida en 1964, se incorpora a una red de
dominicos que simpatizan activamente con la resistencia armada contra el
régimen. Cuando la represión se intensificó en 1969, socorrió a
numerosos militantes revolucionarios ayudándolos a esconderse o a cruzar
la frontera para alcanzar Uruguay o Argentina. Esta actividad le costó
cinco años de prisión, de 1969 a 1973.
En un libro fascinante publicado en Brasil y reeditado más de diez veces
, Batismo de Sangue. Os dominicanos e a morte de Carlos Marighella (Río
de Janeiro, Ed. Bertrand, 1987), traza el retrato del dirigente del
principal grupo revolucionario armado, asesinado por la policía en 1969,
así como el de sus amigos dominicos atrapados en las ruedas de la
represión y destrozados por la tortura. El último capítulo está
consagrado a la trágica figura de Frei Tito de Alencar, tan cruelmente
torturado por la policía brasileña que jamás recobró su equilibrio
psíquico: liberado de la prisión y exiliado en Francia, sufrió una aguda
manía persecutoria y acabó por suicidarse en 1974.
Las cartas de
prisión de Betto, publicadas en 1977, muestran su interés por el
pensamiento de Marx, a quien designaba, para burlar la censura política,
"el filósofo alemán". En una carta de octubre de 1971 a una amiga,
abadesa benedictina, observaba: "la teoría económico-social del filósofo
alemán no habría existido sin las escandalosas contradicciones sociales
provocadas por el liberalismo económico, que lo condujeron a
percibirlas, analizarlas y establecer principios capaces de
sobrepasarlas" [5].
Después de su liberación de prisión en 1973,
Frei Betto se consagró a la organización de las comunidades de base.
Durante los años siguientes publicó varios folletos que, en un lenguaje
simple e inteligible, explicaban el sentido de la Teología de la
Liberación y el papel de las CEB. Muy pronto se convirtió en uno de los
principales dirigentes de los encuentros intereclesiásticos nacionales,
donde las comunidades de base de todas las regiones de Brasil
intercambiaban sus experiencias sociales, políticas y religiosas. En
1980 organizó el 4º Congreso internacional de los teólogos del tercer
mundo.
Desde 1979 Betto es responsable de la Pastoral obrera de
Säo Bernardo do Campo, ciudad industrial del suburbio de Säo Paulo donde
nació el nuevo sindicalismo brasileño. Sin adherirse a ninguna
organización política, no escondía sus simpatías por el Partido de los
Trabajadores (PT). Tras la victoria electoral del candidato del PT, Luis
Inacio Lula da Silva, en 2001, fue designado por el nuevo presidente
para dirigir el programa "Hambre Cero"; sin embargo, descontento con la
orientación económica del gobierno, prisionero de los paradigmas
neoliberales, dimitió de su puesto dos años después.
Mientras algunos teólogos intentan reducir el marxismo a una "mediación socio-analítica", Betto defiende, en su ensayo de 1986,
Cristianismo e Marxismo,
una interpretación mucho más amplia de la teoría marxista que incluye
la ética y la utopía: "el marxismo es, sobre todo, una teoría de la
praxis revolucionaria (...). La práctica revolucionaria sobrepasa el
concepto y no se agota en análisis estrictamente científicos, porque
necesariamente incluye dimensiones éticas, místicas y utópicas (...).
Sin esta relación dialéctica teoría-praxis, el marxismo se esclerosa y
se transforma en una ortodoxia académica peligrosamente manipulable por
los que controlan los mecanismos del poder". Esta última frase es sin
duda una referencia crítica a la URSS y a los países del socialismo real
que constituyen, a sus ojos, una experiencia deformada por su "óptica
objetivista", su "tendencia economicista" y sobre todo, su "metafísica
del Estado".
Betto y Boff, como la inmensa mayoría de los
teólogos de la liberación no aceptan la reducción, típicamente liberal,
de la religión a un "asunto privado" del individuo. Para ellos la
religión es un asunto eminentemente público, social y político. Esta
actitud no es necesariamente una oposición a la laicidad; de hecho, el
cristianismo de la liberación se sitúa en las antípodas del
conservadurismo clerical:
- Predicando la separación
total entre la Iglesia y el Estado y la ruptura de la complicidad
tradicional entre el clero y los poderosos.
- Negando la
idea de un partido o un sindicato católico y reconociendo la necesaria
autonomía de los movimientos políticos y sociales populares.
- Rechazando toda idea de regreso al "catolicismo político" precrítico y su ilusión de una "nueva cristiandad".
- Favoreciendo la participación de los cristianos en los movimientos o partidos populares seglares.
Para
la Teología de la Liberación no hay contradicción entre esta exigencia
de democracia moderna y seglar y el compromiso de los cristianos en el
ámbito político. Se trata de dos enfoques diferentes de la relación
entre religión y política: desde el punto de vista institucional es
imprescindible que prevalezcan la separación y la autonomía pero en el
ámbito ético-político el imperativo esencial es el compromiso.
Teniendo
en cuenta esta orientación eminentemente práctica y combativa no es de
extrañar que muchos de los dirigentes y activistas de los movimientos
sociales más importantes de los últimos años –desde 1990-, se formasen
en América Latina en las ideas de la Teología de la Liberación. Podemos
poner como ejemplo el MST (Movimiento de los Campesinos sin Tierra), uno
de los movimientos más impresionantes de la historia contemporánea de
Brasil por su capacidad de movilización, su radicalismo, su influencia
política y su popularidad (y además una de las principales fuerzas de la
organización del Foro Social Mundial). La inmensa mayoría de los
dirigentes y activistas del MST proceden de las CEB o de la Pastoral de
la Tierra: su formación religiosa, moral, social y, en cierta medida,
política, se efectuó en las filas de "la Iglesia de los pobres". Sin
embargo, desde su origen en los años 70, el MST se quiso un movimiento
laico, seglar, autónomo e independiente con relación a la Iglesia. La
inmensa mayoría de sus militantes son católicos pero también hay
evangélicos y no creyentes (pocos). La doctrina (¡socialista!) y la
cultura del MST no hacen referencia al cristianismo, pero podemos decir
que el estilo de militancia, la fe en la causa y la disposición al
sacrificio de sus miembros, de los que muchos han sido víctimas de
asesinatos y hasta de matanzas colectivas durante los últimos años,
tienen probablemente fuentes religiosas.
Las corrientes y los
militantes cristianos que participan en el movimiento altermundista son
muy diversos -ONG, militantes de los sindicatos y partidos de izquierda,
estructuras próximas a la Iglesia- y no comparten las mismas elecciones
políticas. Pero la inmensa mayoría se reconocen en las grandes líneas
de la Teología de la Liberación tal como la formularon Leonardo Boff,
Frei Betto, Clodovis Boff, Hugo Assmann, D. Tomas Balduino, D. Helder
Câmara, D. Pedro Casaldaliga, y tantos otros conocidos y menos
conocidos, y comparten su crítica ética y social del capitalismo y su
compromiso por la liberación de los pobres.
BIBLIOGRAFÍA
Leonardo Boff,
Jesus Christ Libérateur, Paris, Cerf, 1985.
L. Boff,
Eglise, Charisme et Pouvoir, Bruxelles, Lieu Commun 1985.
L. Boff,
O caminhar da Igreja com os oprimidos, Petropolis, Vozes, 1988, 3a ediçâo, prefacio de Darcy Ribeiro.
L. Boff, "Je m’explique" (entrevistas con C. Dutilleux), Paris, Desclée de Brouwer, 1994.
L. Boff,
Dignitas Terrae. Ecologia: grito da terra, grito dos pobres, S.Paulo, Atica, 1995.
L. Boff, "Libertaçâo integra: do pobre e da terra", en
A teologia da libertaçâo. Balanço e Perspectivas, S.Paulo, Atica, 1996.
Fr. Fernando, Fr. Ivo, Fr. Betto,
O canto na fogueira.
Cartas de três dominicanos quando em carcere politico, Petropolis, Vozes, 1977.
Frei Betto,
Cristianismo e Marxismo, Petropolis, Vozes, 1986.
Frei Betto,
Batismo de Sangue. Os dominicanos e a morte de Carlos Marighella, Río de Janeiro, Editora Bertrand, 1987.
Théologies de la libération. Documents et debats, Paris, Le Cerf, 1985. Michael Löwy,
La guerre des dieux. Religion et politique en Amerique Latine, Paris, Ed. du Felin, 1998.
NOTAS:
[1] L. Boff,
Jesus Christ Libérateur, París, Cerf, 1985, pp. 51-55. Ibid. p. 275.
[2] L.Boff, "Libertaçâo integra: do pobre et da terra", en
A teologia da libertaçâo. Balanço e Perspectivas, S.Paulo, Atica, 1996, pp. 115, 124-128.
[3] Entrevista de Frei Betto con el autor, 13-09-1988.
[4] Fr. Fernando, Fr. Ivo, Fr. Betto,
O canto na fogueira. Cartas de três dominicanos quando em carcere politico, Petropolis, Vozes, 1977, pp. 39 e 120.
[5] Frei Betto,
Cristianismo e Marxismo, Petropolis, Vozes, 1986, pp. 35-37.